martes, 16 de octubre de 2012

Renovación de Autoridades!

El día domingo 14 de Octubre de 2012 se renovaron las autoridades de la Juventud Radical de la Ciudad de Viale, tal como lo establece la Carta Orgánica del partido.
Se presentó una lista de unidad, que encabeza Emiliano Wollenberg, quien conducirá los destinos de la Juventud Radical local en el período 2012-2014.

La lista se compone de la siguiente manera:

Presidente: Wollenberg, Emiliano Rubén.
Vicepresidente 1º: D’Agostino, Lujana.
Vicepresidente 2º: Velázquez, Diego Gabriel.
Secretario: Leiss, Ricardo Ernesto.
Prosecretario: Torres, María de los Ángeles.
Tesorero: Celeiro, Federico Exequiel.
Protesorero: Valentinuz, Alfonsina.
Vocal Titular 1º: Alem, Aurelia María.
Vocal Titular 2º: David, Jorge Luis.
Vocal Titular 3º: Grinóvero, María Clara.
Vocal Titular 4º: Nani, Marianela Evelyn.
Vocal Titular 5º: Wollenberg, Esteban Leopoldo.
Vocal Suplente 1º: Rostan, Damián Alejandro.
Vocal Suplente 2º: Chiardola, Esteban Raúl Lujan.

 Delegados al Comité Mayores:
 1º: Nani, María Angelina.
2º: Bovier, Mariano Juan José.

sábado, 30 de abril de 2011

Nunca Más, Informe de la Conadep, por Ernesto Sabato (1911-2011)


A poco de hacerse cargo del gobierno, el presidente Raúl Alfonsín ordenó el procesamiento de las Juntas Militares que gobernaron durante la dictadura militar (1976 - 83), responsables, en última instancia, de los horrores cometidos y nombró una comisión para investigar esos crímenes (CONADEP). Como presidente fue designado Ernesto Sábato. Al cabo de nueve meses, esa comisión expidió sus conclusiones, resumidas en el libro Nunca más, que lleva un prólogo escrito por el propio Sábato que aquí transcribimos:

Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: «Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura».

No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.

Nuestra Comisión no fue instituída para juzgar, pues para eso estan los jueces constitucionales, sino para indagar la suerte de los desaparecidos en el curso de estos años aciagos de la vida nacional. Pero, después de haber recibido varios miles de declaraciones y testimonios, de haber verificado o determinado la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención y de acumular más de cincuenta mil páginas documentales, tenemos la certidumbre de que la dictadura militar produjo la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje. Y, si bien debemos esperar de la justicia la palabra definitiva, no podemos callar ante lo que hemos oído, leído y registrado; todo lo cual va mucho más allá de lo que pueda considerarse como delictivo para alcanzar la tenebrosa categoría de los crímenes de lesa humanidad. Con la técnica de la desaparición y sus consecuencias, todos los principios éticos que las grandes religiones y las más elevadas filosofías erigieron a lo largo de milenios de sufrimientos y calamidades fueron pisoteados y bárbaramente desconocidos.

Son muchísimos los pronunciamientos sobre los sagrados derechos de la persona a través de la historia y, en nuestro tiempo, desde los que consagró la Revolución Francesa hasta los estipulados en las Cartas Universales de Derechos Humanos y en las grandes encíclicas de este siglo. Todas las naciones civilizadas, incluyendo la nuestra propia, estatuyeron en sus constituciones garantías que jamás pueden suspenderse, ni aun en los más catastróficos estados de emergencia: el derecho a la vida, el derecho a la integridad personal, el derecho a proceso; el derecho a no sufrir condiciones inhumanas de detención, negación de la justicia o ejecución sumaria.

De la enorme documentación recogida por nosotros se infiere que los derechos humanos fueron violados en forma orgánica y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino sistemática, de manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la extensión del territorio. ¿Cómo no atribuirlo a una metodología del terror planificada por los altos mandos? ¿Cómo podrían haber sido cometidos por perversos que actuaban por su sola cuenta bajo un régimen rigurosamente militar, con todos los poderes y medios de información que esto supone? ¿Cómo puede hablarse de «excesos individuales»? De nuestra información surge que esta tecnología del infierno fue llevada a cabo por sádicos pero regimentados ejecutores. Si nuestras inferencias no bastaran, ahí están las palabras de despedida pronunciadas en la Junta Interamericana de Defensa por el jefe de la delegación argentina, General Santiago Omar Riveros, el 24 de enero de 1980: «Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores» . Así, cuando ante el clamor universal por los horrores perpetrados, miembros de la Junta Militar deploraban los «excesos de la represión, inevitables en una guerra sucia» , revelaban una hipócrita tentativa de descargar sobre subalternos independientes los espantos planificados.

Los operativos de secuestro manifestaban la precisa organización, a veces en los lugares de trabajo de los señalados, otras en plena calle y a la luz del día, mediante procedimientos ostensibles de las fuerzas de seguridad que ordenaban «zona libre» a las comisarías correspondientes. Cuando la víctima era buscada de noche en su propia casa, comandos armados rodeaban la manzanas y entraban por la fuerza, aterrorizaban a padres y niños, a menudo amordazándolos y obligándolos a presenciar los hechos, se apoderaban de la persona buscada, la golpeaban brutalmente, la encapuchaban y finalmente la arrastraban a los autos o camiones, mientras el resto de comando casi siempre destruía o robaba lo que era transportable. De ahí se partía hacia el antro en cuya puerta podía haber inscriptas las mismas palabras que Dante leyó en los portales del infierno: «Abandonad toda esperanza, los que entrais».

De este modo, en nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una categoría tétrica y fantasmal: la de los Desaparecidos. Palabra - ¡triste privilegio argentino! - que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo.

Arrebatados por la fuerza, dejaron de tener presencia civil. ¿Quiénes exactamente los habían secuestrado? ¿Por qué? ¿Dónde estaban? No se tenía respuesta precisa a estos interrogantes: las autoridades no habían oído hablar de ellos, las cárceles no los tenían en sus ¦ldas, la justicia los desconocía y los habeas corpus sólo tenían por contestación el silencio. En torno de ellos crecía un ominoso silencio. Nunca un secuestrador arrestado, jamás un lugar de detención clandestino individualizado, nunca la noticia de una sanción a los culpables de los delitos. Así transcurrían días, semanas, meses, años de incertidumbres y dolor de padres, madres e hijos, todos pendientes de rumores, debatiéndose entre desesperadas expectativas, de gestiones innumerables e inutiles, de ruegos a influyentes, a oficiales de alguna fuerza armada que alguien les recomendaba, a obispos y capellanes, a comisarios. La respuesta era siempre negativa.

En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas, apoderándose de unos el miedo sobrecogedor y de otros una tendencia consciente o inconsciente a justificar el horror: «Por algo será», se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido. Sentimientos sin embargo vacilantes, porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo sin ser culpable de nada; porque la lucha contra los «subversivos», con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada, porque el epiteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible. En el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo», «apátridas» , «materialistas y ateos» , «enemigos de los valores occidentales y cristianos» , todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esosamigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores.

Desde el momento del secuestro, la víctima perdía todos los derechos; privada de toda comunicación con el mundo exterior, confinada en lugares desconocidos, sometida a suplicios infernales, ignorante de su destino mediato o inmediato, susceptible de ser arrojada al río o al mar, con bloques de cemento en sus pies, o reducida a cenizas; seres que sin embargo no eran cosas, sino que conservaban atributos de la criatura humana: la sensibilidad para el tormento, la memoria de su madre o de su hijo o de su mujer, la infinita verguenza por la violación en público; seres no sólo poseídos por esa infinita angustia y ese supremo pavor, sino, y quizás por eso mismo, guardando en algún rincón de su alma alguna descabellada esperanza.

De estos desamparados, muchos de ellos apenas adolescentes, de estos abandonados por el mundo hemos podido constatar cerca de nueve mil. Pero tenemos todas las razones para suponer una cifra más alta, porque muchas familias vacilaron en denunciar los secuestros por temor a represalias. Y aun vacilan, por temor a un resurgimiento de estas fuerzas del mal.

Con tristeza, con dolor hemos cumplido la misión que nos encomendó en su momento el Presidente Constitucional de la República. Esa labor fue muy ardua, porque debimos recomponer un tenebrosos rompecabezas, después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrado liberadamente todos los rastros, se ha quemado toda documentación y hasta se han demolido edificios. Hemos tenido que basarnos, pues, en las denuncias de los familiares, en las declaraciones de aquellos que pudieron salir del infierno y aun en los testimonios de represores que por oscuras motivaciones se acercaron a nosotros para decir lo que sabían.

En el curso de nuestras indagaciones fuimos insultados y amenazados por los que cometieron los crímenes, quienes lejos de arrepentirse, vuelven a repetir las consabidas razones de «la guerra sucia» , de la salvación de la patria y de sus valores occidentales y cristianos, valores que precisamente fueron arrastrados por ellos entre los muros sangrientos de los antros de represión. Y nos acusan de no propiciar la reconciliación nacional, de activar los odios y resentimientos, de impedir el olvido. Pero no es así: no estamos movidos por el resentimiento ni por el espíritu de venganza; sólo pedimos la verdad y la justicia, tal como por otra parte las han pedido las iglesias de distintas confesiones, entendiendo que no podrá haber reconciliación sino después del arrepentimiento de los culpables y de una justicia que se fundamente en la verdad. Porque, si no, debería echarse por tierra la trascendente misión que el poder judicial tiene en toda comunidad civilizada. Verdad y justicia, por otra parte, que permitirán vivir con honor a los hombres de las fuerzas armadas que son inocentes y que, de no procederse así, correrían el riesgo de ser ensuciados por una incriminación global e injusta. Verdad y justicia que permitirán a esas fuerzas considerarse como auténticas herederas de aquellos ejércitos que, con tanta heroicidad como pobreza, llevaron la libertad a medio continente.

Se nos ha acusado, en fin, de denunciar sólo una parte de los hechos sangrientos que sufrió nuestra nación en los últimos tiempos, silenciando los que cometió el terrorismo que precedió a marzo de 1976, y hasta, de alguna manera, hacer de ellos una tortuosa exaltación. Por el contrario, nuestra Comisión ha repudiado siempre aquel terror, y lo repetimos una vez más en estas mismas páginas. Nuestra misión no era la de investigar sus crimenes sino estrictamente la suerte corrida por los desaparecidos, cualesquiera que fueran, proviniesen de uno o de otro lado de la violencia. Los familiares de las víctimas del terrorismo anterior no lo hicieron, seguramente, porque ese terror produjo muertes, no desaparecidos. Por lo demás el pueblo argentino ha podido escuchar y ver cantidad de programas televisivos, y leer infinidad de artículos en diarios y revistas, además de un libro entero publicado por el gobierno militar, que enumeraron, describieron y condenaron minuciosamente los hechos de aquel terrorismo.

Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.

ERNESTO SÁBATO.

jueves, 21 de abril de 2011

Presentamos en el HCD un proyecto para el tratamiento de pilas y baterías usadas!


El día Lunes 19 de Abril de 2011, la Juventud Radical Viale por intermedio del concejal de la Unión Cívica Radical, Ing. Raúl Martínez, y con la firma de los ediles del Movimiento Social Entrerriano (Gustavo Rodríguez y Perla Blanc), presentaron un proyecto de ordenanza para tratar el tratamiento de pilas y baterías (EXP 4749).

Dicho proyecto se tratará en la próxima sesión del HCD y tiene por objeto la recuperación, separación, tratamiento y disposición final de los dispositivos transformadores de energía química en energía eléctrica, comúnmente denominados pilas, baterías y acumuladores, en la ciudad de Viale. Sobre el acopio de los dispositivos, establece que los comercios expendedores de baterías, pilas o acumuladores, deberán tener habilitados contenedores provistos gratuitamente por el municipio y/o los fabricantes o importadores de pilas o acumuladores.

Una vez en funcionamiento estas bocas de expendio, la Municipalidad de Viale deberá depositarlas en el concreto para aislarlas del medio, hasta que se tengan tecnologías al alcance para reciclarlas.

El reencapsulado de los contenedores de energía o pilas es la mejor opción que hay en la actualidad para un correcto manejo. En Argentina no hay ninguna empresa que realice un reciclado de las mismas, por ende se aconseja recubrir a estas pilas o baterías con concreto.

Desde la Juventud Radical creemos que la preservación del medio ambiente es de urgente aplicación, ya que sólo de esa manera lograremos garantizar un futuro para las próximas generaciones. Y trabajaremos día a día para que esto se logre.

miércoles, 30 de marzo de 2011

2do Aniversario del fallecimiento del Dr Raul Alfonsin!


El 31 de Marzo se cumple el segundo aniversario de la desaparición física de una gran persona, un gran mandatario, un estadista, el Padre de la Democracia.
Y definir de esta manera a Raúl Alfonsín no es caer en repeticiones, ni mucho menos el decir palabras vacías de contenido que se utilizan post mortem para limpiar la imagen de aquellos que en vida no estuvieron a su altura. Es simplemente encontrar alguna manera de plasmar en simples palabras un enorme respeto y admiración por alguien que merece el agradecimiento de un pueblo entero.
Poseedor de fuertes convicciones, las cuales no dudó en defender en ningún lugar ni momento, ya sea desde un púlpito, atril o desde el llano, como un ciudadano más.
No creyó en la descalificación del adversario ocasional para el beneficio efímero de una discusión, sino que brego incansablemente por la búsqueda del diálogo y el consenso, aún ante las críticas más acérrimas de los que no supieron entender su visión, porque es esta visión, la que separa a la figura del estadista de la del político común, el saber tomar esas difíciles decisiones que buscan el beneficio de la sociedad en su conjunto y no el de sectores aislados, pero que lamentablemente en la mayoría de las ocasiones solo se pueden apreciar, desde la serenidad de los años transcurridos.
Hoy nos queda como legado generacional completar la senda trazada, alejándonos del Alfonsín de mármol que algunos pretenden construir y acercarnos a la persona de carne y hueso que soñó con una Nación emancipada de las cadenas que la oprimen.
Queremos en esta fecha, traer a recuerdo esos valores y convicciones encarnados en la figura del Dr. Raúl Alfonsín, para que nos guíen en los años venideros, por la senda del consenso y del diálogo y es por esto, que desde la Juventud Radical, ofrecemos un sincero y sentido homenaje al Padre de la Democracia.


Emiliano Wollenberg / Presidente JR Paraná Campaña
Luis Velazquez / Presidente JR Viale

lunes, 21 de marzo de 2011

Se viene el Cine por la Memoria!


Este Jueves 24 de Marzo, en el marco del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, a las 18:00 hs en el local partidario de calle Rawson Nº 84 (Viale), la Juventud Radical organiza la actividad "Cine por la Memoria", donde se proyectará el film "Kamchatka" de Marcelo Piñeiro. En ese marco, invitamos a todos a pasar una tarde de reflexión y debate!

Los esperamos! :)

lunes, 14 de marzo de 2011

Finalizó el 2do Rock Tour Solidario, organizado por la Juventud Radical Paraná Campaña, y desarrollado en cuatro localidades del departamento.


La actividad, que consistió en realizar festivales de rock para recaudar alimentos no perecederos, se realizó con éxito en cuatro localidades del departamento Paraná Campaña a lo largo de este verano 2011.

Desde la Juventud Radical Paraná Campaña, se comunica que el pasado fin de semana, concluyó el “Rock Tour Solidario / Verano 2011” en la localidad balnearia de Villa Urquiza.

Dicha actividad, también fue realizada en las localidades de Crespo, Hasenkamp y Viale; teniendo por finalidad, recolectar alimentos no perecederos, que se destinaron a comedores escolares e iglesias de dichas localidades.

Esta actividad, se realiza por segundo año consecutivo, y es organizada por las juventudes radicales locales y coordinada por la JR Departamental. Es una actividad que sienta un precedente en la política juvenil, ya que contrae un compromiso tanto con la cultura como con lo social, no netamente electoral, como se acostumbra a ver a los jóvenes militantes de todos los partidos.

La Juventud Radical Paraná Campañá, es presidida por el vialense Emiliano Wollenberg, que asumió tal cargo en Noviembre de 2010, y a su vez es secundado por el crespense Beltrán Cepeda, encabezando un cuerpo que tiene representación de la totalidad de las localidades del departamento. Este grupo, además de esta actividad puntual, ha realizado continua capacitación política-partidaria, seminarios abordando diferentes temáticas sociales-juveniles, encuentros, charlas dirigidas a los jóvenes, talleres, panfleteadas, entre otras.


Otra Juventud

En clara alusión a los dichos vertidos en semanas anteriores, por la Diputada del PRO Soledad Martinez (sobre la capacidad que tiene su partido y el kirchnerismo a la hora de aglutinar a los jóvenes), la Juventud Radical de Paraná Campaña quiere demostrarle a ella y a la sociedad, con hechos y no con palabras, que hay otra juventud que se está formando lejos del poder, sobre la base de que la ética, la solidaridad y la coherencia, trabajando para el bien de la sociedad en su conjunto.

No somos una juventud que se defina desde el antagonismo (peronismo-radicalismo) sino más bien a partir de un razonamiento que se construye con la historia y los valores que hacen al radicalismo y con la utopía de un horizonte distinto.

Nos moviliza saber que esta generación se compromete a ser protagonista de su tiempo, porque entendemos que somos quienes tenemos la capacidad de interpretar mejor los cambios que ha experimentado la sociedad.

Aunque no sea una tarea fácil, seguimos en la búsqueda de puntos en común en una sociedad que solo escucha de confrontaciones estériles y cargadas de hipocresía por estos partidos que UD dice, tienen la capacidad de “aglutinar” a los jóvenes.

Hay otra historia, que estamos escribiendo, que queremos construir, integrando, incluyendo, que dé cuenta de los aciertos y errores cometidos, pero sobre todo con madurez. Que pone el acento en lo más importante: cambiar esta realidad trabajando por una sociedad con libertad e igualdad con hechos y no con simples palabras.



Juventud Radical Paraná Campaña

Emiliano Wollenberg / Presidente.

Beltrán Cepeda / Vicepresidente.